lunes, 25 de mayo de 2009

No volveré a juntarme con Franco Pizzano.

No, que hijos de puta esto. Hijos de puta lo otro. Yo te lo digo mi amigo; acá no sabes para quien trabajas, nada. Así, "así de fácil", como dijo el puto gober.
Cuando se terminaron la última cerveza, en el baresuco horripilante pero baratón, las nenas decidieron irse, son amigas güey, no pienses que andábamos encima de la carne, ni nada. Todo fresco, caon.
Entonces íbamos por Vallarta, justo caminando frente al edificio de la UdG, y tú sabes papá, el caló del momento, todos hablando al puro pedo. Que si el viejo decía que la cerveza era una bendición del Cielo, que si yo le decía que se ahorrara el cuentito de diario. Que si para el "Diurno" once cervezas fueron nomás un tentenpié y que si sacábamos la coopera para la botella. No, mi socio, para mí ya estaba bueno; un traguito más y luego no hay quien maneje de vuelta. Pero unas cervezas si aguantábamos (el "Diurno" más). Y Bolio dice, pues saquen para un six, y ahí afuerita del Seven, todo tranquilo joputa, hasta que este puto de Franco dice: -Me quiero comer a fulana.- Bolio se ríe y lo manda al rifle, se mete por las chelas y nos quedamos afuera el animal de Franco, Viejo, yo y el Dios, que había estado calladito, calladito el marica.
-Neta que está re buena la fulana.- Insiste Franco Pizzano. -Hay que darle pero toda la salsa, maestro. Toda la salsa... joputa.
Para mí eso fue ave de mal augurio. Que la noche se iba a poner densa, porque la fulana a nadie le interesaba, y que el Seven de Vallarta sea testigo, mi buen, que todos pusimos de nuestra parte para que la buena peda se desenvolviera bien. Ya veíamos que Franco venía suelto de lengua, mi amigo, y quién sabe con ánimos de qué.
Ya sale Bolio con el six, y empezamos a tomar, ahí en el estacionamiento. Ilegales, mi hermano, en este país tomarse una cervecita donde no hay techo es un delito. Me cagüenlapoli.
Tomando, tomando, y en eso se mete un Beattle rojo al estacionamiento, lleno de púberes, tío. Juniors, papá; a lo mucho de dieciséis, diecisiete. Y con un Beatle rojo. Nostros, de veintidós, veintitrés promedio, no estaba Birri por cierto, que ya tiene su cuarto de siglo. Podría echarle la culpa de todo lo que pasó después al Viejo, porque cuando los vió atinó a decirnos "pinches mocosos pendejos"... Nos reímos. Sanamente tío, sin que ellos se dieran cuenta.
Todo mal cuando la mirada de Franco se cruzó con la del mocoso que iba al volante. Tú sabes, mi hermano, que sostenerle la mirada a alguien por más de dos segundos, al menos en este país, ya es causa probada de bronca. De menos una puteada recíproca sí te llevas.
Nos callamos. Silencio total, para el Dios todo normal, porque ese caramba mientras tenga pisto no necesita hablar nadita nada. No pasó nada. Nos reímos todos al unísono.
Pero ahí fue el principio del fin, caon. Porque se bajaron las viejas que iban en el Beattle, niñas tío, ni siquiera atractivas, menos buenas que Hitler sin cumpleaños. Y se quedan viendo, pasan por un lado, nadie dice nada y las mocosas se meten al Seven.
-La de morado se parece a la Sutana pero con menos tetas- dice Pizzano y todos se cagan de risa.
Ahí mismo volteo y el mocoso del Beatle, el que iba al volante, viejo. Se queda viendo, sabe el manazas, que nuestras burlas algo tienen que ver con ellos. Qué inseguridad de estos nenes, joder, total, si piensas que alguien se ríe de ti, tú ríete mucho más.
Pero no, estos chavales se creen de los machín rey.
Y que salen las nenas del Seven, qué desfiguro de muchachitas, carajo. Y juntándose con estos maricas de auto rojo.
-Puto el que me vea- dice Sutana versión menos tetas.
Dos segundos de silencio, luego los normales nos reímos de la pendejada. Franco no.
-¡PUTO TÚ PAPÁ!- le responde con la botella de Estrella en todo lo alto.
Los varones del Beattle no se meten, imgino que sienten que sus jainas ya los metieron en una bronca.
-Pinches maricones.-Nos grita otra mocosa con la finta de emo mal.
Otra vez los normales nos reímos, hasta el Dios, que hace un rato que se aburrió y se metió al auto a tomar escuchando el 960. Pero Franco no es normal, mi hermano, no es normal ese canalla.
-¡No tan maricones como tus amiguitos, Japuta!-. "Aquí seguro se prende la mecha", es lo que leímos cada quien en la mirada del de al lado.
Nada.
Las morras se suben al auto, ya se van. La verdad que todos sentimos el alivio compartido, porque nadie fue bueno para decirle a Franco "ya güey, aguanta un round", y bueno. No había necesidad de una bronca mayor, ¿o sí, mi hermano? Dímelo tú, a ver fiera.
Antes de que se vayan, va Franco prueba con el último cartucho, a ver si se prenden los vatos:
-¡Mua!
¡Les tira un beso el hijo de puta!... los llamó maricones, le dijo puto al papá de la Sutana, pero nada de eso sirvió, nada, nomás que tirarles el beso, ¡carajo! El chavito apaga el carro.
-¿Me tiraste un beso a mí? le pregunta retador el güey...
-¡Sí cómo ves?- Ya se dirige este cabronias para allá, y todos nosotros: "Ya bailó Bertha".
No alcanzamos a oír lo que dicen, pero el morro no se baja del Beattle, todo bien, maestro, todo bien, que aguanten los putazos, yo no tengo ganas de nada de eso, tío, neta.
Allá, se dan la mano, estamos confundidos viejo.
Franco ya viene para acá, con la bola, donde estamos todos. Parece que se acabó todo, cuando en eso estábamos, el vatillo le da en reversa como para amagar al Pizza, pero se frena el marico. El Pizza se voltea y "PATAPÚM" patadón en la defensa del Beattle, si de puro milagro no la sumió, ojalá así hubiera pateado el día de los penales, ¡joder, una y mil veces joputa!
Ahí sí todos nos escamamos, porque ya otra vez blandía la botella de Estrella por todos los cielos, ¡y se la iba a estrellar en el parabrisas de atrás!
-¡AGUANTA GÜEY! le gritamos, y hasta eso que bajo el arma y dio chance de que los nenes salieran pitando en chinga, pero nomás les dio media cuadra de venta, mi hermano, media puta cuadra y les tiró la botella que fue a reventarse en el tercer carril de Vallarta, de pura cajeta que no le dio. Se fueron los chavales.
-No, que hijos de puta, yo me caliento en breve, hijo.- Nos dice Franco el violencias. -¡Pinches mocosos jotos, se hubieran bajado, les parto su madre en tres, joputas, me cago en todo lo que se menea!
Entonces seguimos bebiendo, otra vez hablando de cualquier pavada. Se acabó el chiste, la puta madre.
El Dios sigue pisteando solo, calladito, ni se dio cuenta de nada el vato, puro HK. Bolio tranquis, Viejo quería ir a darse unos tanques, y yo ya quería irme a mi casa, pero bueno, siempre hay tiempo para tomarse la última antes de que llegue la poli y nos zurre. Puto Franco, siempre lo diré, es bueno tipo, pero un hijo de puta.
PARRATABURURURPÚM!!!!!!!!!!!
¡Cae una piedra justo en medio de nostros, estuvo a una nada de darle a algún auto, no te pases de cabrón! Apenas quince minutos, del altercado y ¡PAM! Alguien nos bombardea hijoputa, no debí tomarme esa última cervatana! Así sin pedos, sentí como peli tipo rescatando al soldado Ryan, cuando el vago se queda sordo por un minuto y no sabe qué pedo, namás ves correr a todos los putos en cámara lenta, pero no sabes qué pedo, hasta que ¡RRAAAAAAAAAA! vuelve todo el sonido y la velocidad normal de las cosas, y ahí tengo enfrente a un mocoso hijoputa con medio palo de escoba que me va a reventar en la cabeza. Pero el vato titubeo un segundo, como diciéndome, "te lo voy a tirar a la derecha, pa que quites, porque no quiero pedos, solo quiero verme chingón". Me lo tira a la derecha con todo el tiempo para que me saque, y en eso le digo:
-¿Qué pasa hijo de puta, qué quieres?
-Se pasaron de verga güey, se pasaron... ¡Y ME LA PELAN!
Estaba sobreexcitado el tío, o algo por el estilo, porque respiraba agitado y no sabía qué estaba haciendo.
A tres metros de nosotros estaba el Dios, que se enfrentaba contra el otro chaval mil veces malparido, y le decía:
-¡¿Dónde están tus amigos, cabrón, dónde están?!
-¿Cuáles amigos brother?- le responde el Dios, siempre tan ecuánime y mesiánico hasta cierto punto. Por un momento imaginé que le diría "el que esté libre de pecado que suelte el primer palazo" o una de esas frases bíbilicas que requieren mucho güevo para soltar.
-Tus amigos, los putos que corrieron.
¿Cómo que corrieron? Aproveché para mirar a ver si veía a alguien y nada, se los tragó la tierra en un segundo, mi hermano. Por Bolio y Viejo, está bien, no la debían ni la temían, pero... ¿el Franco?
Y ahora el Dios y yo nos enfrentábamos a dos pubertos armados con palos de escoba (creo que eran de plástico) y el provocador de todo había corrido. ¡A la mierda!
-¡Tu amigo me mandó un beso!- insistía el oponente del Dios.
El Dios tiene algo que lo ha ayudado a sobrevivir un sinfín de experiencias de este tipo: su capacidad de hacerse el boludo:
-¿Cuál amigo?, yo acabo de salir del auto.
Justo en eso estábamos cuando los chavales tiran inesperadamente los palos (uno cumplió con su deber ciudadano y lo tiró cuidadosamente en un bote de basura), entonces volteo y veo que vienen los guardias del edificio de la UdG, vienen hablando con sus radios, mi sangre. Los chavales corren y ahí es cuando les grito:
-¡Regresen maricones, vamos a arreglar esto, soplapollas!
Eso porque sé que me respalda la seguridad de la UdG.
Salen los demás tíos y sin despedirnos demasiado, nos subimos a los autos:
-¡Luego nos vemos caones, estos guardias ya le hablaron a la poli que hubo putacera en el Seven, no tarda en caer la patrulla!- dice alguien.
-Ya, mejor nos vemos en Chapultepec, pisteamos ahí donde están reparando, todavía quedan chelas- concluye el viejo.
¿Y si esos juniors hubiesen traído armas mi hermano?¿una navajita?¿una pistolita? Y todo por la culpa del mechacorta Pizzano, imagínate que así de fácil nos hubieran descontado a uno, y qué te cuento, cosas peores. Pero bueno, ahora me acordé que el "Diurno" no fue esa vez, lo estaba confundiendo con el ángel de los borrachos que nos contuvo esa noche.

No hay comentarios:

Publicar un comentario