miércoles, 27 de mayo de 2009

La verdadera Champions de Roma



¡Espartaco, retuércete en tu tumba! ¡Emperador Tito, revuélcate en tu sacrosanto aposento! ¡Roma, te conmisero en tu vergüenza! ¿A dónde se fue el espectáculo digno y la vergüenza deportiva?
Tuve el desagrado de ver la final de la Champions League esta tarde. Malísimo el partido, ambos equipos salieron a cuidarse, dos jugaditas, y ¡bang! Se acabó.
Qué tiempos aquellos cuando los espectáculos, sí eran espectáculos. Por ejemplo, los del coliseo romano.
¡Ay de aquellos días olvidados, de gloria humana, sin mariconerías de camisetas Nike, ni Fair Play aguafiestas! ¡Solamente gladiadores en sandalias, cara a cara contra otros indomables hombres! ¡o mejor aún, contra un oso, o un tigre; así, a espadazo limpio y sin espinilleras. Y al que pierda, no deshonrarlo con una medallita de segundero. No, sino honrarlos con una horripilante muerte en el foso de los leones.
Yo juro que si la historia hubiera sido otra, me hubiera ido bien en esa clase. O sea, si al futbol lo hubieran inventado en la época del Imperio Romano, joder que la historia sería mucho más justa y digna. Cómo envidio a los niños que nacerán en el 3022, y recuerden los días estos que vivimos más o menos ahora:
“…Y entonces fue así como Rudi Voller le escupió en la cara al negro Rijkaard… era una pena ver cómo se trataba a los negros en aquella época salvaje.”
Si el futbol hubiera empezado, como dije, en aquellos días, les juro que me faltaría quince veces más de prudencia para no emocionarme tanto.
“Nos encontramos en Roma, esta es la segunda edición de la Domitoris League, donde se enfrentarán los equipos de Catalunya contra los bárbaros del norte de las Britanias. Los británicos pelearán con falda de cuero y los catalanes con el culo al aire. El que pierda se irá a la mierda con los leones.”
Y empieza el juego, hay gran expectación, a la gente no le importa tanto el marcador, sino que al final irrevocablemente habrá un equipo entero para el festín de los leones. Se enardece el público, la versión de Iniesta gladiador romano es verdaderamente grosera, tiene una dentadura ocho o nueve veces más fea de la que conocemos, es un ídolo. Rueda la pelota (todavía en la primera edición, no era pelota, sino que jugaban con las cabezas de los del partido pasado, en el mercado se podía encontrar hasta hace días la cabeza del bárbaro Ballack autografiada por los gladiadores catalanes), el partido fluye como agua, no hay reglas boludas como el fuera de juego, no existen las faltas, a menos que el emperador así lo quiera. Además es lícito jugar con armas, Los arqueros degollan con mortíferas hachas a cuanto atacante se acerca a sus huestes. ¡Qué bonito es el fútbol! Además ninguno de los veintidós valientes usa gel en el cabello. Si acaso cascos con picos para los defensores.
Terminan las primeras cinco horas de juego, unos cuantos mueren de insolación, los que no pueden continuar son crucificados o, convencionalmente, arrojados a los leones hambrientos.
Es el espectáculo de medio tiempo, baila la versión romana de Shakira, pero en bolas, luego, sin perder tiempo es devorada por siete tigres siberianos, el pueblo la ovaciona como nunca en su vida. La gente aprovecha para ir al vomitorium, otros arrojan orines a los de las zonas más exclusivas del coliseo, es la fiesta del fútbol.

Y vuelven los jugadores a la arena, Puyol parece exhausto pero quiere seguir, el marcador es de veintitrés a veintiuno a favor de los catalanes… Y arranca el segundo tiempo, ahí tiene la pelota Eto’o en los linderos del área, Roma enmudece. ¡FLLLLIIIIIIIISHHHHHHH! El defensa británico le arranca una pierna de un tajo con la espada, el árbitro dice ¡No pasa nada, juegue, hágala! ¡Guardiola reclama penal, el emperador dice que no! Eto’o va directo a ya saben donde, sí, ¡a la fosa de los leones! Qué partido estamos viviendo señores, y lo mejor de todo, sin violencia en las gradas; hay familias enteras que vienen a vivir este auténtico guateque.
¡Falta solo una hora para que el encuentro termine, este convite, esta bacanal! El marcador está empatado, el lusitano Cristiano quiere llorar porque no ha figurado nada. Rafael Márquez no juega hoy porque sufrió una lesión en una pelea con un León antropofílico (es decir, que se siente atraído sexualmente por los humanos). Iniesta dientes macabros manda un centro, y… ¡AHHHHH! El soldado chaparrito remata, y es ¡¡¡GOOOOOOOL!!!! Esta noche los leones cenarán británico, ¡qué indigestión que les espera! Parece que hay un nuevo campeón, pero aquí quien siempre gana es el público, porque el espectáculo es genuino y emocionante. Sano además. Nada más deportivo señores. Buenas noches, y hasta la próxima

Y suben al pódium los ganadores, los saluda el emperador, los senadores, y hasta el mismísimo Zapatero. Los británicos no pudieron ni con su arma letal, Carlitos Tévez que había estado encadenado y con espuma en la boca hasta la mitad el segundo tiempo, lamentablemente para ellos, fue neutralizado, y ahora su cabeza cuelga en una esquina del Coliseo.

Qué final hubiera sido en aquella Roma, porque la de hoy… un espectáculo simplón, con presentadores aduladores que manipulan de la conciencia de las masas, esculpiendo así la noción general de lo que un espectáculo que vale la pena debe cumplir. El fútbol tendría que haber evolucionado con sus ancestros: los juegos del Coliseo.

1 comentario:

  1. clap, clap, jajajajaja o no se como escribir unos aplausos.... pero yo si le pongo el pulgar arriba...

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